Hoy, mis pensamientos se los dedico...
a alguien,
a quien siempre le escribí en tono rencoroso...
sin apreciar que lo que hizo, fue por mi bien.
Me regalaste... tardes de cuentos inventados,
dándole así imaginación a mi vida;
a mis manos... les diste habilidad
entre maquetas de raíles y estaciones,
en serio que niña de 3-4 años podría...
Construiste un fuerte corazón dentro de mi;
a mis piernas,
les diste resistencia para afrontar
la pendiente pedregosa,
y a mi cerebro, ingenio y cultura.
Tardes de deportes contigo,
cervezas y fútbol en un bar cercano,
momentos que atesoro contigo.
Mi infancia la llenaste de juego y diversión,
con riñas aisladas.
El black hole (Acqualandia)
sigue siendo solo nuestro,
lo recuerdo, todo oscuro,
tu risa, mi risa,
la sensación que recorría mi cuerpo,
de seis años junto a tuyo, papá,
para caer en una piscina
y abrazarme a ti hoy con veintidós.